sábado, 21 de julio de 2012

LAS CULTURAS QUICHE Y CAKCHIQUEL


LAS CULTURAS QUICHE Y CAKCHIQUEL


     Después de los mayas, los quichés y cakchiqueles fueron los pueblos más cultos que poblaron nuestro territorio en la época prehispánica. La primera capital de los quichés se llamó Izmanchí, en donde vivian en paz, pero luego surgió la rivalidad entre las tribus hermanas. La segunda capital fue Gumarcaah, llamada después Utatlán en tiempos de la conquista, esta ciudad alcanzó gran esplendor en el gobierno de Kikab el Grande. Luego vino la decadencia; sus propios hijos se levantaron en contra de Kikab hasta derrocarlo.
     Los cakchiqueles originalmente eran aliados de los quichés, y gracias a esta alianza fueron posibles las famosas conquistas de Kikab, pero a mediados del siglo XV ocurre la separación de ambos pueblos y los cakchiqueles fundan Iximché, su capital, en el año 1463, sobre el monto Ratzamut. Estos indígenas estaban bien organizados militarmente, por lo que conquistaron numerosas ciudades, logrando un gran poderío. Entre los quichés y los cakchiqueles había una fuerte rivalidad, esta rivalidad fue aprovechada por los españoles, ya que con el apoyo de los cakchiqueles vencieron a los quichés. Aunque más tarde los cakchiqueles se revelaron contra los españoles.

Gobierno:
     Los señorios quichés y cakchiqueles estaban divididos en casas grandes o cabezas de calpul; a su vez, estas casas grandes se dividían en cuatro grupos que entre los quichés recibieron los nombres de: Cayec, Tamub, Ilocab y Ahau Quiché y entre los cakchiqueles, los nombres de: Tzotzil, Xahil, Tucuché y Acajal. De cada uno de estos grupos salía un señor, de donde resultaban los cuatro señores que gobernaban a estas naciones. La atribuciones de los señores eran: resolver sobre guerra o paz, controlar los ingresos provenientes de tributos, dirigir las guerras, etc.
Organización social:
     Estaba dividida en cuatro estratos sociales:
     1) Una especie de nobleza bajo el Ahau.
     2) Otra pequeña nobleza, integrada por familias distinguidas de las cuales salían los gobernadores de las provincias recién conquistadas, los embajadores, que eran enviados a otras cortes, y los recolectores de tributos o Ajuchán.
     3) Los plebeyos o macehuales, que constituían el pueblo.
     4) Los esclavos.
Religión:
     Las invasiones de los toltecas agregaron nuevos dioses a la religión maya (Tohil, Avilix y Jacavitz) e intensificaron los sacrificios humanos, que si bien ya se practicaban antes no habían llegado a alcanzar caracteres tan marcados. Existían cuatro formas de sacrificio: 1) Extracción del corazón; 2) decapitación; 3) sacrificio gladiatorio; 4) autosacrificios menores.
Ciencias y Artes:
     Estos pueblos heredaron de los antiguos mayas el conocimiento de principios astronómicos y artísticos. También participaron aunque fuera parcialmente de las nociones científicas de los mayas clásicos. El Cholquih o cuenta cakchiquel de 260 días, funciona como el Tzolkín maya (calendario maya ritual o religioso).
     En cuanto al aspecto artístico, realizaron trabajos hechos en concha, jade, hueso, cobre y oro. También pintaban murales, dibujos y grafitos en donde predominaban los colores: rojo, amarillo y azul.
Arquitectura:
     No destacaron como los mayas, pero construyeron grandes templos y palacios en el centro de sus ciudades. Predomina en estos pueblos la construcción de centros defensivos fortificados, producto de la época de guerra que se vivía constantemente.
Literatura:
     Las obras literarias de los pueblos quichés y cakchiqueles están llenas de hermosos relatos y leyendas. Entre ellas podemos mencionar al Popol Vuh, llamado también El Libro del Consejo, en él se relata el origen y evolución del pueblo quiché hasta la conquista de los españoles. Este manuscrito fue encontrado en el siglo XVII, en la parroquia de Santo Tomás Chichicastenango, por Fray Francisco Ximenes, quien lo tradujo al español, pues estaba escrito en quiché con letras castellanas. No se ha podido determinar quién fue el autor de esta obra. Otra obra literaria importante de los quichés es el "Título de los Señores de Totonicapán", que narra los acontecimientos más importantes de los quichés.
     La obra literaria más importante de los cakchiqueles es el "Memorial de Sololá o Anales de los Cakchiqueles", en él se narran los sucesos más relevantes para el pueblo de los cakchiqueles: pestes, terremotos, la llegada de personajes importantes, etc. Esta obra fue encontrada por Juan de Gavarrete, en 1844, cuando organizaba el archivo del convento de San Francisco, quién más tarde lo tradujo al español.
     Estas obras han prestado una valiosa contribución a la comprensión de estas culturas al facilitar conocer aspectos importantes de su pasado.

principal tribu o nación aborigen de Guatemala. Pertenecen al gran grupo lingüístico Maya (Véase INDIOS MAYAS), al igual que sus vecinos en el mismo estado, los Cakchiquel, Pokonchi y Tzutnhil, los cuatro dialectos que constituyen un sólo lenguaje. Los Quiché ocuparon la parte centro norte de Guatemala, incluyendo los distritos actuales de Quiché, Totonicapan, y parte de Quezaltenango. Como las de otras tribus Mayas, sus tradiciones apuntan a un origen desde el norte o el noroeste, y su historia realmente auténtica se remonta al año 700 d.C. (La historia Maya parece ser realmente auténtica remontándose incluso hasta el siglo II). Fueron subyugados por Pedro de Alvarado cerca al 1525, con incluso más atrocidades que las usuales, y declinaron rápidamente bajo el sistema de esclavitud y duros tributos impuestos, a pesar de las advertencias del Papa y las leyes humanitarias promulgadas por el monarca español, a instancias de Las Casas. Incluso antes de que se completara la conquista, los padres dominicos Pontaz y Torres habían instalado su residencia entre los Quiché y comenzado el trabajo de cristianización. En 1530 el padre Francisco Marroquín (m. 1563) llegó de España para organizar la Iglesia en Guatemala, y en 1533 fue confirmado como obispo. Le dedicó especial atención a los indígenas y sus lenguajes, volviéndose particularmente experto en el Quiché, idioma al cual tradujo el Catecismo. A petición suya el padre De Las Casas (1536) estableció en Santiago un convento dominico para la conversión de los nativos. Fueron apoyados dos años más tarde por los padres Zambrano y Dardon, de la Orden de la Merced, quienes establecieron un monasterio de dicha congregación en las misma ciudad. Con estas dos órdenes, trabajando en armonía con los Franciscanos, quienes llegaron en 1541, la conversión de los indígenas se efectuó gradualmente, con los nuevos conversos reunidos en poblados para su mejor gobierno e instrucción. Toda la tribu es cristiana desde entonces, aunque muchos de los antiguos ritos persisten en la vida diaria. Su número actual se aproxima a los 150.000. En los hábitos agrícolas, arquitectura, método literario y producción, ceremonial religioso y cultura en general, los antiguos Quiché recuerdan a los Mayas, sólo con diferencias menores. En sus mitos originarios (como está asentado en el “Popol Vuh”), Gugumatz, la Serpiente Emplumada –equivalente al Quetzalcóatl de los aztecas- le dio forma a la Tierra, y finalmente creó cuatro hombres y cuatro mujeres, quienes se convirtieron en los ancestros de la raza, asignando a cada pareja al mismo tiempo un dios tutelar especial, y cuyo primer deber era producir fuego y luz limpiar el mundo de monstruos malignos, e instituir ceremonias y sacrificios. El “Popol Vuh”, o “Libro Nacional”, el gran monumento literario de los Quiché, es un compendio de sus tradiciones más antiguas transcritas antes de la conquista. La versión actual, evidentemente una copia de un registro más antiguo, fue escrita en lengua Quiché por alguien de la tribu, aparentemente poco antes de la conquista. Llamó primero la atención a través de una traducción en castellano por el padre dominico Francisco Ximénez (c. 1725). En 1861 una traducción más correcta en francés, con el texto original, se publicó en París por el abate Brasseur de Bourbourg. Sobre esta obra dice Brinton: “Este podría ser considerado uno de los más valiosos monumentos de la antigua literatura americana y su sólida autenticidad no puede ser puesta en duda”.

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